Bailes, buen rollo & indie pop

No hay mejor antídoto que ir a un concierto de Lori Meyers en plena resaca y depresión navideña. Y lo puedo decir bien alto después de verlos el pasado 27 de diciembre en el Razz. Y esta afirmación aún tiene más mérito si me doy cuenta que todas las letras de su último disco ‘Impronta’ giran alrededor de la pérdida, el abandono y el desamor. ‘Chapeau’ por estos lojeños, que saben salir del bucle depresivo y crear temas al cien por cien bailables y con estribillos tremendamente pegadizos. En el Razzmatazz se montó una buena fiesta, que además coincidía con el último concierto de la banda del 2013.

Empezaron tranquilos, después de un enérgico ‘Bona nit’, con ‘Intromisión’ de Cronolánea (2008). Parecía que estaban calentando y cogiendo impulso para lo que iba a venir luego. Después de verlos el pasado Sonorama, en un concierto donde por falta de tiempo tuvieron que lanzarse directos a los hits de sus últimos discos, agradecí volver a recuperar temas como ‘De superhéroes’ (Viaje de Estudios, 2010), ‘Dilema’ (Hostal Pimodán, 2006) o ‘Luces de neón’ (Cronolánea, 2008). Se notaba que contaban con el tiempo suficiente para hacer guiños a sus seguidores más fieles. El ambiente se iba caldeando y nuestros bailoteos empezaban a quemar los días de grandes comilonas con ‘Alta fidelidad’, ‘Huracán’ o ‘El tiempo pasará’. El despiporre total vino con los sus últimos hits, ‘Mi realidad’ y ‘¿Aha han vuelto?’. A partir de ese momento era imposible dejar el cuerpo en reposo, y todo se convirtió en una escalada de sorpresas y celebraciones.

Alfredo, el batería de la banda, ese día cumplía años, y en mitad del tema ‘Emborracharme’ salió al escenario un pastel con sus velitas y cantamos todos juntos más sudados y más ebrios si cabe el ‘Cumpleaños feliz’. También nos esperaba un dulce sorpresa, y digo dulce, porque Anni B Sweet esperaba entre bambalinas a salir y hacer una versión de ‘Be My Baby’ de The Ronettes junto a la banda.

Recuerdo que ‘Yo sé que me vas a cantar, naranaranananana’ (‘La caza’) fue de lo último que entonamos mientras ellos se preparaban para abandonar el escenario. Después de casi dos horas nos dejaron sudados, con una gran sonrisa y más ligeros de cuerpo y alma.

Texto: Tatiana Moret

Fotos: Ivan Pujol Photo                                                                                                                www.ivanpujolphoto.com

 

Deixa un comentari

Aquest lloc utilitza Akismet per reduir els comentaris brossa. Apreneu com es processen les dades dels comentaris.

Història anterior

Destroyer: càlida travessia en solitari

Següent història

Cass McCombs, el directo en clave rock

L'últim de A PRIMERA FILA