Cass McCombs, el directo en clave rock

Decíamos en la previa de la atemporalidad de Cass McCombs. Nos acompaña desde hace unas temporadas, y nunca ha dejado de estar presente. Ya sea por sus años en los que saca dos discos, o cuando saca uno de 20 canciones que necesita de meses para su digestión.

Sin embargo, su telonero para la gira Europea, Frank Fairfield parece de un tiempo y una época muy concreta: el lejano oeste. Sería un secundario en “True Grit” de los Coen. Se presentó vestido con americana polvorienta, bigote afilado y un tono de voz de queja constante, y solo acompañado de un violín.  Curioso cuanto menos, a pesar de lo monótono de su propuesta en lo melódico, que él defendió con algo que venía a decir que “Esto si no es por la letra, no vale nada.” Sería difícil contradecirle (más allá de su aspecto de tipo duro).

Cuando Cass apareció, esta vez en formación de cuarteto, un componente más que en el pasado Faraday, la sala gozaba de unos tres cuartos para celebrar. Arrancó con “Big Wheel”, del recien Big Wheel And the Others. Alargando y mutando en loop ese riff de guitarra. Ya dejaron claro que su introspección folk, quedaba para otros shows. Aquí salieron montados a caballo y al galope. “Name Written in the Water”, también reforzada y “Morning Star”, para dar prueba que era un concierto presentación de ese disco de 20 canciones.

Hubo momentos para quien tuviera ganas de “despecho”, tuviera su ración. “Brighter” muy celebrada, y dos clásicos de su repertorio en los que su flequillo parece contonearse más de lo habitual: “I went to the hospital” y “Dreams-come-true-girl”. Como si tuviera miedo de recordar esas aventuras, las despega de su trascendencia arrancando un sonido duro y bruto, lejos de la luz tenue que imaginan en su versión de estudio. Y lo hacen de manera sublime. Profesionales del directo, de ejecución impecable y satisfacción a ambos lados del escenario. Su atemporalidad sigue intacta, y ya nos acompañó camino a casa, y lo hará de manera aleatoria hasta su próximo disco.

Texto: Jordi Isern

Fotos: Sergi Moro

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