¡La vida no es pa’ tocar el tambor!

A pelo y con dos guitarras acústicas  fue el formato que escogió Pájaro para presentar sus canciones en el local de moda de música en directo del barrio de Gracia, el Heliogàbal.

Quizás por motivos de presupuesto en una sala de tal dimensiones, muchos músicos echan mano de la guitarra acústica para mostrar sus canciones, y así navegar en directos que no son más que una impostación fallida de sus formatos con banda completa. No fue este el caso.

 Con cubata de cola en mano, los sevillanos hicieron gala de su gracia andaluza para seducir al público desde el inicio, pero para la suerte de los asistentes, no fue el único argumento que pusieron en la palestra. Sus guitarras echaron mano del sonido jazz manouche para envolver la avezada voz de Andrés Herrera, que hizo gala de ese temple que solo los años de experiencia otorgan: esa solera que alcanzan los vinos de buena añada que han tocado barrica de roble. La barrica que ejerció la música fronteriza del maestro Kiko Veneno o los ya míticos Pata negra.

El público, embriagado por una atmósfera cercana al spaguetti western, al blues sureño o a la canción italiana mediterránea, se entregó a un directo que no cesó de homenajear al gran maestro de Pájaro, Silvio Melgarejo. Canciones como la instrumental ‘Esperanza’ también nos hicieron disfrutar de las finas manos de la guitarra arreglista de Raúl Fernández. Paso a paso la banda caldeó la sala, hasta ponerla al punto de temperatura óptima para desatar algunos de sus “hits” cómo ‘Perchè’ o ‘Luces Rojas’, que hicieron corear a la concurrencia algunas de las estrofas más canallas de este dueto circunstancial.

Con algo más de una hora media, Pájaro dio fin a un concierto acústico de esos que se saborean y te dejan con ganas de más. Como no podía ser menos, no faltaron varios bises y sobretodo, fue paradójico ver a una sala de bouquet tan fino como el Heliogàbal tarareando sin ningún complejo el “Beeeetis, Beeeetis….” que tan feliz hace a este Pájaro sevillano. Si es que como bien dijo Andrés Herrera al inicio del concierto “¡Hay ser feliz! ¡La vida no es pa’ tocar el tambor!” , haciendo referencia a la ruidosa celebración dels Foguerons que se daba a cabo ese fin de semana en Gracia. Y bien cierto es, a ellos no les hizo falta ningún tambor para hacer feliz al público del pasado sábado en el Heliogàbal… eso sí, no me quiero ni imaginar de lo que serán capaces cuando lleven su banda al completo.

Texto: Álex Pérez

Fotos: Tatiana Moret

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