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JOAQUÍN PASCUAL: EL ARTESANO

Joaquín Pascual “La frontera” (2012)

[xrr rating=9/10]

Joaquín Pascual lo es, en este disco nos muestra al hombre que cuida de forma artesanal su creación, especialmente porque parece poner en ella parte de sí mismo. Repite, en este segundo disco a su nombre con Paco Loco en la producción. Y juntos han hecho un disco como para asombrar al más pintado. Y de sabor manchego, si pensamos que hasta la portada del disco es de un paisano de Pascual, Joaquín Reyes.

Pero lo importante son las composiciones y los arreglos presentes en estas diez canciones que duran poco más de media hora. No encontramos con dos pequeños instrumentales como “Señor señor” y “la mina abandonada”, siendo esta última una secuela que continúa el motivo de la inicial “Un ritmo caliente”. Esta canción, que abre el disco ya marca el nivel, por supuesto, altísimo y nos muestra las constantes de casi todo el álbum: parquedad en las letras, crípticas, que son mitad susurradas mitad cantadas, con ese estilo tan personal; y, a nivel instrumental, se consigue algo tan complejo como que todo a pesar de existir muchos detalles y varios instrumentos, todo suene muy simple e incluso espartano. Nos encontramos con teclados varios, arreglos de cuerda y flauta, silbidos, etc.

El toque casi soul de las cuerdas de “Un hotel romántico”, el ritmo perezoso de “Un ritmo caliente”, con su coda de órgano, el Pascual disfrazado del primer Señor Chinarro de “La perspectiva”, la nana inquietante de “La reacción” y la gran “Cosas bonitas”, con su melodía simple y efectiva y, sí, bonita, que llega a un final con gotas de psicodelia. Todos ellos momentos grandiosos de un disco que crece más y más dentro de uno según lo va escuchando. Da la impresión de que Pascual nos habla de emociones, de cosas personales, de soledad, de la vida, pero también puede que sólo dé pistas y lo demás lo hagamos nosotros.

Pues eso, de verdad, háganse con una copia de este disco porque, para mí, que no van a escuchar muchas cosas mejores este año. Gran pop de uno de los, aceptémoslo ya, grandes de la música de aquí y de allá. Un artesano que nos ofrece un disco para escuchar una y mil veces.

Texto: Víctor M. Paredes

LA CASA AZUL: GUILLE ECHA A SUS CHICOS DE LA PISTA

La Casa Azul – La polinesia Meridional (2011)

[xrr rating=7.5/10]

 

Guille Milkyway, la cara hasta ahora casi invisible en los discos de La Casa Azul, marca un punto de inflexión en su carrera con La polinesia Meridional, tercer (o cuarto) álbum del polivalente artista catalán.

Si primero se escondió tras el grupo ficticio que saltó a la palestra con aquel famoso Amo a Laura para la MTV, y después, ya en solitario, buceó con su escafandra y su revolución sexual, ahora se nos presenta sin reservas de la mano de unos temas que constatan que su pop ha llegado a la madurez.

Esta vez nadie podrá reducir las canciones de La Casa Azul a meros ejercicios de estilo naif. Si El sonido efervescente de La Casa Azul (MiniLP) (2000), Tan simple como el amor (2003) y La revolución sexual (2007) eran trabajos optimistas que barajaban el sonido eufórico y colorista con letras supuestamente ingenuas, La Polinesia Meridional requiere de una escucha más activa, presentado en un envoltorio parecido un concepto totalmente opuesto. Podemos hablar de un acertado tratado de angustia vital a ritmo de disco, electropop y chicle, a todo color.

Prestando atención al texto descubrimos como Guille se despoja de toda máscara y sin abandonar las melodías de melotrón entra en un discurso más adulto con canciones como Europa superstar, Sálvese quien pueda y su epílogo La niña más hermosa, ¿qué se siente al ser tan joven?, Una mañana, o como La vida tranquila, la mejor del disco, donde la voz de Silvia Sanz (Niza) trata de dar respuesta a las incertidumbres de su actual pareja.

Más sobreproducido que de costumbre, Guille envuelve el mensaje más fatalista hasta la fecha en su colección particular de referencias. El característico universo sonoro de La casa azul, existencialista y postmoderno, te invita a bailar mientras se te viene el mundo encima.

Un pasado arrinconado, un oscuro presente y el miedo a un futuro incierto impregnan todos los temas, combinando la sobredosis de realidad con el deseo desesperado de lanzarse a la pista. ¡Vamos allá!

Texto: Marc Batalla

GRAN AMANT: DE DEBUT

[xrr rating=7.2/10]

Per entendre aquest “Primer Disc” de “Gran Amant”, cal saber que el líder i compositor del grup, en Gerard Armengol és mallorquí i com a tal, ha creat una sèrie de cançons que beuen del que s’ha fet darrerament a ses illes, a més d’haver-se rodejat d’altres artistes mallorquins que integren la banda: Jordi Herrera (“The Marzipan Man”), Toni Pep Cruz ( líder d'”Oliva Trencada”, coproductor del disc) i Manu Mielnezuk.

Aquesta simbiosi de talent ha donat lloc a un disc de base pop artesanal, no convencional, de cançons senzilles però amb una producció que les fa més complexes i originals, amb capes de so, crits, sorolls i efectes varis (retransmissió del Gol d’Iniesta a Stamford Brigde al final de “Ceràmica, Si us plau”), que treuen el màxim partit als temes del disc. Un pop laberíntic, mediterrani i dadaista, embolcallat per la veu greu de n’Armengol, com si The Marzipan Man s’hagués creuat amb Joan Miquel Oliver, i haguessin anat a berenar reposadament pel centre de Palma.

El resultat com dic és majoritàriament tranquil (amplifica aquest fet la veu greu i un poc densa d’Armengol, en temes destacables com “Twin Peaks”, “Gran Amant” o la d’accent popular “Bressol”), però també té els seus moments més animats, la més balladora “Pantalons” o la festiva “Malibú”.

Les lletres són baleàriques, oníriques, a vegades recreant nostàlgicament personatges com King Kong, Gulliver, Freddy Krueger, o bé simplement generant universos personals i surrealistes.

El disc es manté en un notable nivell en tot moment i no perd interès en cap moment (final un pèl excèntric amb Freddy Krueger). Per posar un però direm que tampoc té cap hit inoblidable i que elevi encara més la qualitat del disc.

Bon debut de Gran Amant, dels quals se’n parlarà i als quals seguirem amb interès.

PERFUME GENIUS: A LA EMOCIÓN POR LA SENCILLEZ

Perfume Genius: Put Your Back N 2 It (2012)

[xrr rating=8/10]

 

Con poco más de 30 años y un único disco previo como carta de presentación, Mike Hadreas ha firmado uno de los mejores álbumes de lo que llevamos de año, aunque suena, en realidad, a obra de artista maduro, sabio.

Put Your Back N 2 It está cocinado con mimo y amor. Instrumentaciones sencillas -guitarra, piano, la batería utilizada exclusivamente para dar forma a la emoción- pero muy cuidadas, subrayan la solemnidad de unas canciones que se mueven en un espacio brumoso entre Anthony and The Johnsons -esa voz trémula, ese falsete-, Micah P. Hinson y los espirituales de Blue Moods of Spain (1995). Perfume Genius no necesita abrumarnos con largos desarrollos ni con ampulosos arreglos para firmar canciones emocionantes y perfectas en su desnuda sencillez.

Treinta y dos minutos, doce canciones y una serie de historias entre lo sórdido y lo sublime bastan a Hadreas para conseguir lo que solo a los clásicos les está permitido: situarse más allá de las modas, porque este disco tiene fecha de edición, pero podría haber sido publicado hace veinte años y aún hoy en día seguiría conservando esa belleza atemporal que atrapa. Y es que tiene razón Albert Puig cuando en una entrevista que le hicimos en L’ampli decía: “El que fa que una cançó sigui delicatessen és l’emoció”, y este disco va sobrado de emoción.

No necesita entonces grandes hits (a su modo, todas las canciones de este disco lo son). Put Your Back N 2 It contiene instantáneas sobre porno casero, adicciones, desolación y culpa pero también sobre liberación. “Normal song” intenta verter un bálsamo sobre las duras vidas de Mike y los suyos sobre un colchón de tres acordes repetidos con el acompañamiento de un piano en una muestra de sobriedad y contención sonora, “The dark part” es un tema para su madre, buscando cierto sentido en medio del dolor, que llega a un falso final solo para recomenzar y dejar que Hadreas nos cante dos versos escalofriantes: I will take the dark parts of your heart into my heart, porque la socialización del sufrimiento no constituye garantía de alivio pero sirve como muestra de amor. Y “Hood” condensa en sus dos minutos justos la factura de este disco: piano para empezar y a mitad de canción irrumpe la batería para llevar a la canción hasta el imponente final que se agota en los últimos segundos.

No sabemos de qué será capaz Mike Hadreas/Perfume Genius en el futuro, pero lo hecho, hecho está y perdurará.

THE MEN. ROCK: NADA MÁS Y NADA MENOS

The Men: Open your heart (2012)

[xrr rating=8/10]

Rock. Esa es la palabra que se le viene a uno a la cabeza al escuchar este disco. Y te queda claro desde el primer riff de guitarra. A los dos segundos The Men ya te ha atrapado con el inicio de “Turn it around” y ya no te dejan hasta ese fantástico final que es “Ex_dreams”. En medio de estas dos canciones, los de Brooklyn montan toda una academia del rock para mostrarnos lo grande que puede ser este género. Porque lo que se nos muestra aquí es un dominio asombroso de los diferentes subgeneros del rock, aunque de forma personal, casi como tributo pero no como copia.

Nick Chiericozzi y Mark Perro, duo de guitarrista a tener muy en cuenta a partir de ahora, junto con el bajista Chris Hansell y el recien incorporado batería Rich Samis, dan unos cuantos pasos más allá de su anterior “Leave Home” hacia la concreción y la dinámica de las canciones. Y ahí, en las canciones, no deja de haber miles de momentos disfrutables y notables, desde la percusión en “Animal” (sí, esa canción de rock beodo), hasta el arrebato punk de “Cube”. Pero también el hálito country-pop de “Candy”, los coros de “Plase Don´t Go Away”, el krautrock de “Oscillation”, esa reencarnación de Spacemen 3 que es “Presence”, o el crescendo-vuelta a empezar-crescendo de “Ex_dreams”. Y por encima de todo, la pasión, que puede que sea la clave de todo el asunto. A The Men se les nota que les gusta lo que hacen, y lo hacen con ganas.

En definitiva, un disco que hay que escuchar con el volumen alto para disfrutar de los ritmos contundentes, los juegos de guitarras, el feedback, y la libertad que respira en cuanto a muestra de alegría y tributo frente a lo que es algo tan aparentemente simple como el rock, pero que puede ser tan importante y lleno de energía como ellos nos vuelven a mostrar en estos 45 minutos de magisterio humilde, reuniendo sus influencias para mostrarnos lo que pueden hacer.

Y lo que pueden hacer te dejará noqueado.

Texto: Víctor M. Paredes

THE MAGNETIC FIELDS:¿IRREGULAR? SÍ, PERO MERRITT

[xrr rating=6.5/10]

Stephin Merritt es uno de los más grandes compositores de canciones pop de las últimas décadas. Este es un axioma que hay que tener en cuenta antes de enfrentarse a un nuevo disco de The Magnetic Fields. Y así como un disco puede leerse como un acto creativo único y juzgarse como tal, también puede hacerse la contra y valorarlo dentro del conjunto de la obra.

¡Claro que todo lo anterior suena a disculpa y a poner la venda antes que la herida!, pero es que queremos demasiado a Merritt para ponerlo en la picota sin más, sin desplegar a su favor todas las circunstancias atenuantes. ¡Y vaya si las hay! Una capacidad asombrosa de generar esplendidas melodías pop, de esa que no necesitan adjetivos ni etiquetas. Da igual si se zambulle en el country, el techno-pop de cacharrería, el cabaret, el noise… siempre latiendo por encima y por debajo de lo accesorio está su hálito pop, deudor de ABBA y Bacharach. Canciones burbujeantes, emocionantes, frescas… de las que alegran o duelen pero que cortan la respiración. De eso y más es capaz el angelino. Y merece respeto.

Porque Love at the Bottom of the Sea (2012) es otro paso errático más en una discografía que no nos está dando lo que debiera. Desde 69 Love Songs (1999), que es un triple disco esplendido por su ambición desmedida y por un puñado de temas majestuosos pero que ya anunciaba lo anecdóticos que pueden sonar Magnetic Fields, Stephin Merritt no encuentra su mejor veta.

Love at the Bottom of the Sea no es un mal disco (¿pueden hacer The Magnetic Fields un mal disco?). Tiene incluso muy buenos momentos: The Only Boy in Town, Andrew in Drag, I’d Go Anywhere with Hugh. Pero también hay canciones que no se sostienen ni por el chiste: All She Cares About Is Mariachi, I’ve Run Away to Join the Fairies. En definitiva, despliegan de nuevo su catálogo más bizarro, la belleza y la fealdad comprimidas en poco más de 34 minutos y quince canciones que transmiten desorientación (y también libertad; Merritt hace lo que le viene en gusto, pero eso no significa que al oyente le tenga que gustar).

En el fútbol y en la vida se dice que quien tuvo, retuvo. Y eso también se nota en este disco. Así que no hay que desesperar, seguro que Merritt aún nos puede dar un Get Lost (1995) para el siglo XXI. Y, por cierto, anuncian gira en España para principios de mayo: no os lo perdáis, porque Magnetic Fields tienen canciones como para convertir un concierto pop en una experiencia salvífica.