La Casa Azul – La polinesia Meridional (2011)
[xrr rating=7.5/10]
Guille Milkyway, la cara hasta ahora casi invisible en los discos de La Casa Azul, marca un punto de inflexión en su carrera con La polinesia Meridional, tercer (o cuarto) álbum del polivalente artista catalán.
Si primero se escondió tras el grupo ficticio que saltó a la palestra con aquel famoso Amo a Laura para la MTV, y después, ya en solitario, buceó con su escafandra y su revolución sexual, ahora se nos presenta sin reservas de la mano de unos temas que constatan que su pop ha llegado a la madurez.
Esta vez nadie podrá reducir las canciones de La Casa Azul a meros ejercicios de estilo naif. Si El sonido efervescente de La Casa Azul (MiniLP) (2000), Tan simple como el amor (2003) y La revolución sexual (2007) eran trabajos optimistas que barajaban el sonido eufórico y colorista con letras supuestamente ingenuas, La Polinesia Meridional requiere de una escucha más activa, presentado en un envoltorio parecido un concepto totalmente opuesto. Podemos hablar de un acertado tratado de angustia vital a ritmo de disco, electropop y chicle, a todo color.
Prestando atención al texto descubrimos como Guille se despoja de toda máscara y sin abandonar las melodías de melotrón entra en un discurso más adulto con canciones como Europa superstar, Sálvese quien pueda y su epílogo La niña más hermosa, ¿qué se siente al ser tan joven?, Una mañana, o como La vida tranquila, la mejor del disco, donde la voz de Silvia Sanz (Niza) trata de dar respuesta a las incertidumbres de su actual pareja.
Más sobreproducido que de costumbre, Guille envuelve el mensaje más fatalista hasta la fecha en su colección particular de referencias. El característico universo sonoro de La casa azul, existencialista y postmoderno, te invita a bailar mientras se te viene el mundo encima.
Un pasado arrinconado, un oscuro presente y el miedo a un futuro incierto impregnan todos los temas, combinando la sobredosis de realidad con el deseo desesperado de lanzarse a la pista. ¡Vamos allá!
Texto: Marc Batalla