Anton Jarl

Los Mambo Jambo: ¡Gamberrismo musical!

Con un lleno hasta la bandera, el Apolo Barcelonés recibió el pasado 28 de junio a Los Mambo Jambo, en un digno marco a la altura de las expectativas de esta gran banda local. Estos tipos son carne de directo, y bien saben que el terreno de juego es determinante para obtener un resultado favorable. Prefieren jugar en casa. Presentaban su primer LP ‘Los Mambo Jambo’ (Buenritmo 2012), un disco que resume muy bien lo que ha sido la banda hasta el momento. Lo defendieron delante de un público muy variopinto ( todo hay que decirlo, los socios del club TR3SC tenían entrada gratis), que más allá de edades y estilismos cree en el primer amor por la música: pura, enérgica e instrumental.

Guiados por el ignífugo saxo de Dani Nel·lo, esta banda hace apología al ‘gamberrismo’ musical. Si hubiese una ley antiterrorista para el descaro sonoro, Los Mambo Jambo ya estarían en búsqueda y captura. La fórmula está clara: un poco de rock and roll edulcorado con algo de swing, adornado con unas guitarras surferas y sostenido por una base rhythm and blues. Bajo esa premisa, Los Mambo Jambo nos transportan a un espacio lúdico en el que quien no mueve la cadera es porque la tiene mas rígida que los cimientos de la Torre Eiffel.

 Y es que estos alumnos aventajados del conservatorio callejero se suben al escenario y te poseen. Nota a nota, riff a riff, la sensación es similar a la de estar subido a una locomotora con los frenos saboteados y que se dirige por una vía muerta hacia un muro de cemento. Pocas bandas nacionales son capaces de recrear un sonido tan vintage, con alma a vinilo, y no sonar a refrito estilístico.

Para llevar a cabo tan indecente cometido, el capo Nel·lo ha reclutado a tres perros viejos de la escena callejera catalana. Mario Cobo a la guitarra e Ivan Kovacevic al contrabajo hacen gala de un sonido rockabilly, crudo y sin concesiones, heredado de su otra formación común, The Nu Niles. Anton Jarl, de los Tandoori Lenoir -entre muchas otras formaciones-, da muestras de su buen gusto y pulso firme, haciéndose cargo de la base rítmica. Y como solista melódico ahí está Dani Nel·lo, en su enésimo proyecto musical, deleitándonos con su imperecedero groove. Hicieron un recorrido de excelente por todo el repertorio del disco, empezando por ‘Flamin’ Hips’, pasando por ‘La Rubia de la Curva’, ‘El Timo’ y ‘La Maldición de los Rockers’, y superándolo con creces con otros clásicos como ‘Everything’s Shakin”, ‘Jambo Walk’ o ‘St. Louis Blues’.

Se les ve encima del escenario y se palpa que están disfrutando como unos chiquillos. Tema tras tema, Los Jambo generan una sinergia banda-público que parece que los eleva místicamente por encima del escenario y los hace omnipresentes. Y es que después de la presentación de su primer disco y tras lo acontecido en la sala Apolo, solo queda una pregunta en el aire ¿Para sonar así habrán vendido su alma al diablo?

Texto: Alex Pérez

 Fotos: Tatiana Moret

Pinceladas de Blues en el Born con August Tharrats Trio

Invierno es una estación en la que normalmente nos sentimos más perezosos. Era primera hora de la tarde de un viernes, y Barcelona – y más con estas temperaturas- no incitaba en exceso a salir a ver un concierto, y menos con lo bien que se está en casa disfrutando de una buena siesta.

Con una indolente sensación me acerqué al Born el pasado viernes a ver uno de los certámenes de música improvisada que más atractivos me han parecido en este principio de año: los ciclos de Blues que ofrece el Museu Europeu d’Art Modern (MEAM). Blues de calidad combinado con pintura y escultura figurativa, dos corrientes artísticas que huyen de la abstracción y que muestran de una forma  clara, concisa y muy sincera el mensaje que quieren transmitir.

A ritmo de Blues, Swing y Boogie Woogie, el trío encabezado por el piano de August Tharrats se disponía a hacer vibrar los óleos, que tan bucólicamente colgaban en la sala principal del museo. Que grata sensación la de poder degustar una cerveza fría a las seis de la tarde rodeado de retratos de mujeres en paños menores y escuchando el sonido de un  viejo piano. La escena casi evocaba un burdel del Lejano Oeste, de esos que tanto frecuentaba el entrañable John Wayne.

Y detrás de ese envoltorio tan cautivador, los músicos en ningún momento se sintieron acomplejados. La banda sonaba añeja, como un buen whisky de 12 años, tanto, que casi podía sentir el sabor a madera de sus notas. Sin abusar del clásico sonido de Blues más primitivo y acercándose a sonidos más Swing, el trío en ningún momento dejó de ser el foco de atención de un atento público que llenaba una sala principal que, como curiosidad, en el pasado había servido de cuartel general de las tropas Napoleónicas.

 Canción a canción se podía percibir como August y los suyos iban cogiendo temperatura y se dejaban llevar por improvisaciones llenas de alma. Anton Jarl, alias muñeca de acero, volvió a demostrar sus amplios recursos como percusionista. Su musicalidad, siempre al servicio de la banda, fue calando poco a poco hasta meterse en el bolsillo a todos y cada uno de los asistentes. Incluso se permitió el lujo de tocar un tema con aires más caribeños, que por momentos recordaba al gran Horacio El Negro. Todo un deleite musical el que ofrece el nórdico en cada una de sus innumerables formaciones.

En poco más de dos horas, descanso incluido, la banda concluyó un concierto placentero y muy embriagador, con la sensación de haber ofrecido una actividad original, sencilla y económica. Personalmente, me alegro de que haya organizaciones que utilicen la imaginación y el buen gusto para ofrecer arte al alcance de todos. Y más en los tiempos de crisis que corren, en los que todos andamos un poco cortos de imaginación, sobretodo si pensamos en los de arriba…

Texto: Alex Pérez

Fotos: Tatiana Moret