Crítica; Tindersticks; The something rain

TINDERSTICKS: EL PLACER DE LO CONOCIDO

Tindersticks: The something rain (2012)

[xrr rating=7/10]

Tindersticks son un valor sólido dentro de la escena alternativa. Los ingleses llevan más de de dieciocho años a sus espaldas y pueden presentar un curriculum de nueve discos de estudio, sin contar directos ni bandas sonoras. Y no solo es una larga trayectoria lo que hace que un nuevo lanzamiento de la banda de Stuart A. Staples se escuche por vez primera con la certeza de que son de los que no dan gato por liebre, sino que además nunca han dado un patinazo ni han hecho que nos sonrojemos. Incluso en sus momentos menos creativos siempre han mantenido unos signos distintivos en su propuesta (elegancia, saber hacer, gusto por los detalles, fidelidad a un sonido propio y característico a medio camino entre la big band de jazz y el pop clásico…) que hacen que enfrentarse a su décimo álbum sea una experiencia que sabemos de antemano que no nos va a decepcionar. Y si esa es su grandeza, con el paso del tiempo también constituye su máxima debilidad.

The something rain es un disco más que correcto. Contiene todo lo que un seguidor de Tindersticks espera: el disco se abre con “Chocolate”, un largo recitado musicado de aire cinematográfico que es uno de los palos que frecuentan los ingleses; “Show me everything” desprende ese aroma nocturno de muchas de las composiciones de Tindersticks en una canción que va cogiendo músculo y creciendo conforme avanza el minutaje con Gina Foster a los coros y la guitarra repitiendo un riff que marca el desarrollo del tema; “This fire of autumn” permite que el disco abandone los medios tiempos y se acelere con Foster en el papel de cantante de soul; “A night so still” es una composición menor que pasa sin pena ni gloria; la rítmica “Slippin’ shoes” con ese órgano Hammond en posición soul y el ritmo monocorde de la batería; “The medicine” nos muestra a Staples a medio camino entre el spoken word y lo que todos entendemos por cantar entre cuerdas somnolientas y melancólicas (¿fruto de la tecnología?); en “Frozen”, uno de los temas más sobresalientes del álbum, el saxo se retuerce entre guitarras afiladas y percusión rítmica (¡cuánto han cuidado siempre la percusión Tindersticks!) y Staples se dobla a si mismo… En definitiva, nueve temas que transcurren por los mismos caminos -esplendidos, eso sí- a los que nos tienen acostumbrados los de Nottingham.

¿Es eso necesariamente malo? No, pero sí que pone fecha de caducidad al interés que puedan tener los próximos lanzamientos de Tindersticks. De momento, podemos escuchar con placer este This something rain y regresar con admiración rendida a discos imprescindibles como The first Tindersticks (1993) o Curtains (1999). Ah, y, por supuesto, ir a conciertos como el del 20 de marzo en el Casino de l’Aliança de Poblenou sabiendo que vamos a ver a una banda solvente con un cancionero sobresaliente. Que lo disfrutéis.