Blues Funeral

MARK LANEGAN BAND: ES LO QUE TIENE HACERSE MAYOR

Mark Lanegan Band “Blues Funeral” (2012)

[xrr rating=7/10]

Pues eso mismo, este es un disco de alguien que tuvo un grupo de juventud, ¿se acuerdan de los ya lejanos Screaming Trees en medio de la marea de Seattle?, y que posteriormente ha iniciado una carrera en solitario, amén de miles de colaboraciones. De estas piensen en Soulsavers, Isobel Campbell o Greg Dulli en The Gutter Twins. Y claro, al final algo aprendes de todo ello y muchas cosas se te van pegando de los demás. Este camino si quieren le llaman madurez, pero también podrían llamarle aprendizaje, refinamiento, abandono de lo superfluo o como quieran. Por cierto, como resultado a veces se mejora y a veces no.

Esta es una de las veces en las que este proceso es positivo. Con un estilo reconocible tras el ya lejano “Bubblegum” Mark Lanegan se presenta con un muy buen disco en el que su blues personal se mezcla con texturas electrónicas, sorprendiendo el nuevo uso de los teclados y algunos ritmos del disco. La sorpresa superlativa es “Ode to sad disco”, una canción electro, homenaje al tecnopop de los ochenta. Así, como lo están leyendo.

La sonoridad del álbum viene marcada por la profunda voz de Lanegan, que desgrana sus historias de religión, miedo y muerte. Su narrativa y tono tiene muchos puntos en común con Nick Cave, aunque el uso de los elementos comunes es muy distinto. En este disco vemos la mezcla de los anteriormente citados teclados y elementos cercanos al techno con trallazos rock como “Quiver Syndrome”, una de las estrellas del disco y que contiene unos fantásticos coros stonianos. También, por supuesto, nos topamos con ese blues marca Lanegan: soberbia “Bleeding Muddy Water” o “Phantasmagoria Blues”. Durante todo el disco llama la atención la maestría con las que se domina el terreno y se unen a las perlas antes citadas otras como la más pop “Harborview Hospital” o la balada “Deep Black Vanishing Train”.

Sí, un buen disco, algo lastrado por algunas composiciones que no acaban de brillar al nivel que las demás (no las citaremos aquí para que todos vosotros podáis descubrirlas y debatir sobre ello, que es algo que siempre está bien y añade libertad al asunto). Y ese quizás es el mejor resumen, que la madurez nos lleva a refinarnos y mejorar, pero que no es oro todo lo que reluce. Y es una pena porque lo que reluce en este disco es de muchos quilates.

Texto: Víctor M. Paredes