The invisible way

LOW: EL TRUCO DE SACAR ORO DE LA NADA

[xrr rating=7/10]

“The invisible way” (2013)

Lo que llevan haciendo Low desde hace más de una década consiste en, como reza el título, conseguir transmitir de una manera asombrosa una serie de emociones a partir de una serie de elementos que uno está tentado de considerar casi inexistentes. Es un truco considerable si hablamos de un sub-género como es el slowcore, limitado en una estética bella pero rígida. Y además, el asunto tiene más miga si pensamos en que parecen haber explorado todas las posibilidades habidas y por haber de la música que casi no existe. El silencio, la calma, el gesto medido pero justo, han sido sus armas y, como no, lo siguen siendo en esta ocasión.

Se abre el disco con una canción, “Plastic cup”, que es típica suya, lo cual nos sitúa muy rápido pero deja un gusto a ya conocido y ya escuchado. Pero según se va avanzando en la escucha, se observa que hay más tendencia hacia lo acústico que en otros discos anteriores. Continúan las voces cristalinas y los ritmos tristes, pero dentro de un ámbito abierto y directo, claro, que los hace sonar muy cercanos e intensos, a pesar de algunos momentos que suenen ligeramente a rutina, como “Four score”. En esta ocasión, por cierto, el productor estrella es Jeff Tweedy, de Wilco.

Se ha de tener en cuenta la mayor presencia en la composición y las voces de Mini Parker en relación a otros discos. Y su batería básica, primal y oscura es una de las claves del disco, como se puede apreciar en el final marcial de “Clarence White”, una canción, por lo demás justita. Pero vayamos a los puntos fuertes: el temazo con deje pop que es “Just make it stop”, con su sensibilidad a flor de piel; el ligero crescendo de “So blue”, con ese piano empujando el tema, o el final acertado de “To our knees”.

El momento pesado de la repetición plomiza de “On my own” se les perdona por ser ellos y porque nos siguen ofreciendo gemas que escucharemos dentro de unos añitos. Quizás se les empiezan a notar las arrugas pero siguen sonando como una banda con ganas, que acepta seguir avanzando y no acomodarse demasiado, manteniendo tanto el encanto de sus juegos de voces como la amenaza que se intuye tras sus temas. Y eso ya es mucho.

Texto: Víctor M. Paredes