Marc Johnson

Eliane Elias en el 43 Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona. Entre la sofisticación y la calidez

Eran casi las nueve de la noche y caía tremendo aguacero en la Gran Vía barcelonesa. Apurando los últimos minutos antes de entrar al majestuoso Teatre Coliseum, ví como delante del recinto aparcó un coche negro con los cristales tintados justo delante de toda la muchedumbre que esperaba ansiosa el espectáculo musical. Y del coche salieron ellos, Eliane y Marc, los grandes protagonistas de la velada, con aires aristocráticos, como si de una pareja de la jet-set se tratase, esperando a que algún subordinado les acercase un paraguas para no mojarse en el metro de distancia que separaba el coche del hall del teatro. Ella vestía una gabardina negra, gafas de sol, un elegante vestido de noche y caminaba con actitud altiva y elegante. Él, con jersey oscuro de lana de cuello alto, pinta de ejecutivo snob y una mirada gélida a lo Cristopher Walken, no despertaba muchas más simpatías. No parecía la mejor carta de presentación para un concierto, que en el peor de los casos debía mover un poquito las entrañas.
La puesta en escena de la banda, en formato cuarteto de guitarra clásica, batería, contrabajo y piano fue predecible, sin florituras. En cuanto sonaron las primeras notas del piano de la mano de Eliane, -con su fraseo de improvisación tan energético y elegante- percibí como esa mujer fría y distante de la entrada irradiaba otro tipo de energía. Como si de una metamorfosis se tratara, encima del escenario, descalza, danzante, moviendo sus hombros al son de la armonía, Eliane había dejado de ser la chica sofisticada neoyorkina de adopción para sacar el alma de garota Brasilera que lleva dentro.
Y vamos que si lo sacó, además sabe como hacerlo y de quién rodearse. El segundo tema de la noche, el clásico ‘Chega de saudade’ del maestro João Gilberto, empezó con una sutil introducción y un homenaje a los grandes compositores de Brasil, a guitarra y voz, evocando el más genuino sonido de la música carioca, para irrumpir con una vigorosa improvisación a piano que comenzaba con ritmos Bossa nova, para finalizar a ritmo “walking” mas jazzero. Una transición perfecta en la que el exquisito Marc Johnson al contrabajo y el no falto de recursos Rafael Barata a la batería, consiguieron dar el peso y la seguridad de una robusta y compacta base rítmica, a la altura de lo que la diva de São Paulo se merece. Curioso fue el protagonismo que se le otorgó al joven Barata, con constantes diálogos improvisados de piano a batería y varios meritorios solos, en los que mostraba su capacidad técnica y conocimiento del estilo.
Clásico tras clásico, Eliane nos fue presentado su nuevo disco ‘Light My fire’, dando mayor consideración al cancionero brasileño, haciendo un repaso a grandes canciones de compositores como Gilberto Gil, Jobim o Ary Barroso y regalándonos joyas como ‘Bananeira’ o ‘Rosa Morena’, con los que abre el nuevo álbum. Casi sin darnos cuenta, y como si de una sesión de hipnosis se tratara, consiguió trasportarnos a un paisaje único que mezclaba la sofisticación de un cóctel en un ático en Manhattan con el deleite de una caipirinha al atardecer en cualquier playa de Río de Janeiro. Precisamente, esa combinación de elegancia propia del jazz norteamericano y la música de raíz brasileña tan bien entendida -que en su día dio a la luz estilos como la Bossa nova- es lo que mejor define a Eliane Elias como músico.
Y entre ovaciones, con más de la mitad del auditorio en pie, esta gigante del jazz aún se atrevió a regalarnos una desfigurada ‘Garota de Ipanema’, en el que otra vez Marc Johnson demostró porqué es uno de los contrabajistas más solicitados y polivalentes del panorama jazzístico actual, con un solo a arco que logró poner los pelos de punta a toda la audiencia.
En definitiva, si algo me ha quedado claro después de ver a Eliane en directo, es que nunca compondrá como Jobim, ni tendrá la voz de Elis Regina, pero pocos músicos arreglan e interpretan canciones de música brasileña tal y como lo hace ella, en un más que excelente ejercicio de estilo.
Texto: Alex Pérez
Fotos: Tatiana Moret