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CALEXICO: VIENTOS DEL SUR

[xrr rating=8.5/10]

En muchas culturas el número siete es un número mágico y para la banda de Tucson, que presenta el séptimo disco de estudio de su carrera, puede que represente el buen momento por el que están pasando. Lo que está claro es que este grupo no delega su destino a la suerte, ya que es indiscutible que a sus espaldas tienen una dilatada carrera basada en la honestidad y la calidad.

El nombre del disco ‘Algiers‘ hace referencia al lugar donde ha sido grabado. Es un barrio de New Orleans al que Calexico se ha desplazado para captar la influencia europea que pretendían. Debido a este movimiento, al realizar la primera escucha pensé encontrar influencias jazzísticas, pero no ha sido así. Es un trabajo totalmente identificable en la línea de Calexico pero no por ese continuismo representa ni un ápice inferior de calidad.

Los de Tucson han vuelto a firmar temas de altura. Entre ellos encontraríamos “Epic”, “Splitter”, “Para” y “Maybe on Monday” que ya demuestran ser los más accesibles desde la primera escucha. Reseñar la colaboración de Jairo Zabala (DePedro) patente de manera más visible en los temas “Puerto” y “No te vayas”.

En definitiva, un disco en el que de nuevo Calexico nos cogen de la mano para transportarnos mentalmente por sus fueros fronterizos en los que notamos el viento sureño a la vez que el sol nos tuesta el rostro.

Texto: Jose Aguilera

 

GODSPEED YOU! BLACK EMPEROR: REENCUENTROS CON VIEJOS AMIGOS

Godspeed You! Black Emperor: “Allelujah! Don´t Bend! Ascend!” (2012)

[xrr rating=8.5/10]

Como dice el título, este disco (el primero de GY!BE desde hace 10 años) es un reencuentro con un grupo que nos dio muchas alegrías, como aquel “Lift you skinny fists like antennas to heaven”. Pero la verdad es que es un reencuentro sólo en cuanto a grabación, ya que las piezas que lo componen llevan tiempo siendo parte habitual de los conciertos de los de Montreal. De todas formas, parecen reestructuradas y mejoradas en esta nueva versión.

Hablando del disco, lo mejor y lo peor es que se reconoce a la perfección al grupo. En parte es malo porque puede sonar a ya escuchado, pero no deja de indicar que tienen un sonido especial, una marca que ha dejado huella en la música popular, desde Mogwai hasta Explosions in the sky. En concreto, son cuatro canciones: dos sobre los 20 minutos y dos sobre los 6 minutos y medio. El disco empieza con “Mladic”, que arranca con una voz en off y acaba con algo que se podría considerar una cacerolada, ya que el componente político del grupo es capaz de incluir algo así y más. En medio subidas y bajadas de intensidad, en las que llegan a niveles importantes de ruido y agresividad, con cierto aire en la melodía a la música de Europa del Este, sólo que muy acelerada. Un tema notable, pero pasemos al otro tema largo y verdadera joya de la función, “We drift like worried fire”. Un tema este en el que se articula toda la acción alrededor de un tema principal muy simple y que se repite en diferentes formas a lo largo de la canción. También hay intensidad y demás en la canción, pero no es tan agresiva, más bien es agradable, un tema que refleja la parte “optimista” del grupo. Por lo demás, experimenta con la repetición, con los cambios de ritmo y con la dinámica de su música. Y llegamos a los dos temas cortos: tanto “Their helicopters´sing” como “Strung like lights at thee printemps erable” funcionan como contrapunto o contrapeso, ya que, sin dejar cierto grado de amenaza y tensión, se construyen sobre drones que resultan mucho menos estridentes que los otros temas. Pero ello no les quita el mérito de trabajo con las texturas del sonido.

Otro asunto importante para cuando escuchéis el disco es la tensión y combinación continua y fantástica de las guitarras y la sección de cuerda durante todo el disco. Presten atención.

Texto: Víctor M. Paredes Revilla

SWANS: MICHAEL LO HA VISTO TODO

[xrr rating=9.5/10]

Si ya en su anterior entrega desde su retorno del limbo “My father will guide me up a rope to the sky” (2010) nos habían deleitado con un gran disco, ahora Gira y sus chicos se desmelenan, se sueltan, se vacían, etc. Y todo ello lo habréis leído en mil críticas den todo internet o en revistas cool. Pues bueno, ahora que seguro que lo sabéis todo ahí va la impresión de este pobre escriba.

The seer es un disco MUY largo, con canciones MUY largas. Por ejemplo, la titular The seer dura 32 minutos, pero el reloj suele marcar tempos largos. Esto, a parte de facilitar la apariencia de canciones enormes que tienen varias partes o “movimientos”, permite que las ideas del grupo (por no decir las de Michael Gira) se expandan y lleguen hasta donde puedan. Y parece que de eso va el disco. Por un lado, sí que en este disco se dan todos los Swans que han existido e incluso algunos elementos de The Angels of Light, el anterior grupo de Gira. Nos vamos desde el sonido abstracto hasta el ruidismo, y casi sin distorsión, por el puro poder de los acordes y sonidos utilzados. También hay momentos tremendamente dinámicos junto a la repetición más exasperante (aunque a algunos nos encante que nos mareen las neuronas durante minutos con el mismo sonido mientras se dan pequeños cambios alrededor del mismo). Por otro lado, cogen todos estos elementos y los combinan en algo nuevo pero, sobretodo, en algo grande, sobrecogedor. Escuchar este disco es escuchar un exceso de todo lo que puedas imaginar.

Hecho a partir de las contradicciones, como siempre, nos llega a enfrentar al hecho humano. Gira dice en The seer que lo ve todo, y casi lo parece. Siendo ya un tipo experimentado (tiene sus añitos) y, además, siendo muy poco conformista, nos vuelve a desafiar. Nos mira y nos dice “¿podéis aguantarlo?”. Lo bueno es que si lo logras puedes disfrutar de un disco que, a partir de elementos reconocibles pero poco comunes, y a una gran presencia de la percusión, así como de la fuerza de los ambientes que genera, produce un disfrute enorme. Pero siendo un disco de los Swans, como decía, no es fácil, casi hay que trabajar para ello. Esa parece su filosofía, la misma de siempre. La idea que ha tratado Gira, en apariencia, de difundir: somos contradictorios, en nosotros todo cabe, somos humanos, para lo bonito y para lo feo. Y creo que este disco nos enfrenta con esos hechos de manera certera. Igual me voy por un rollo muy místico o cerebral al analizar este disco, pero escuchar lo elegíaco de la inicial “Lunacy” (gran frase la de “your childhood is over” para iniciar un disco), junto a la sencillez de “Song for a warrior”; o la tranquila “The daughter brings the water” junto a la compleja “The apostate”, indicará algo de lo que transmite el disco: asusta y calma a la vez.

Juro que no volveré a hacer una crítica como esta, principalmente porque no me gusta el rollo o tono de la misma, pero igual que el disco que retrata ha de tener su propia vida y las contradicciones que nos aquejan (espero que os parezca que lo ligo todo medio bien). Discos que te ofrezcan muy buena música y que a la vez reflejen grandes ideas hay pocos. La verdad es que Michael, ciertamente, nos ofrece una gran panorámica musical.

Texto: Víctor M. Paredes Revilla

SYBERIA: DIBUJANDO UN FUTURO

[xrr rating=8.5/10]

Tras varias reproducciones de “Drawing a Future” uno puede llegar a la conclusión de que etiquetar este grupo en un estilo sería bastante imprudente porque que si algo tiene es precisamente muchos matices que lo convierten en un espécimen interesante dentro del metal progresivo o post-metal.

SYBERIA, con su estilo atmosférico, se presenta en la escena musical con su primer disco “Drawing a future”. Lleno de fuerza y con una notable orquestación del sonido, hacen de este buen trabajo una mezcla desgarradora de pasajes atmosféricos, acompañados con unas guitarras melódicas con reverberación, unas guitarras rítmicas contundentes, unos bajos que van marcando un ritmo musculoso y una batería muy completa. Todo en perfecta comunión evoca la sobriedad, el misterio y la potencia. Quizás a algunos les puede recordar a un estilo de sus contemporáneos Toundra, Explosions in the Sky, Caspian o Russian Circles. Salvando las distancias y los matices mencionados, éstos son los que diferencian notablemente unos grupos de otros dentro de una nueva oleada de estilos (que no se marcan precisamente por las convencionalidades del mercado musical) cuya naturaleza es la de la experimentación y no la del estancamiento. Siempre es de agradecer poner en crítica trabajos de este tipo.

El disco va bailando con los ritmos. Siempre os encontrareis temas potentes uno detrás de otro y la variación os la encontrareis en los intermedios, con súbitos contrapuntos y estrofas más lentas de estilo “acústico”, con guitarras melódicas que se arrastran a modo de coro y una importante batería metiendo caña.

Quizás eché de menos un poco más de repertorio en el estilo de los temas. Quizás algún tema solo acústico en medio de ese vendaval sonoro para “reponer fuerzas”.

El aspecto gráfico de su cubierta es muy atractivo y marca muy bien el carácter de la música que posee el disco. Toques psicodélicos, representaciones animales y diferentes simbolismos, con geometrías que intentan conectar con los elementos. Un buen disco por dentro y por fuera.

Si algo que sospechamos es que debe valer la pena oírlos en directo por su contundencia y envolvencia sonora. Así que esperamos verlos el próximo 22 de octubre en la Sala Sidecar entrando en materia y desearles -aunque ya tienen experiencia con otros proyectos- que les vaya genial con SYBERIA.

Aquí dejamos el link de su Bandcamp para oír el disco:

http://syberia.bandcamp.com/album/drawing-a-future

NUNA: MAULLIDOS DE TERCIOPELO

[xrr rating=8.5/10]

Si tuviéramos que hacer una división entre dos tipos de personas por su gusto en cuanto a mascotas, podríamos hacer dos grandes grupos: los que se sienten atraídos por lo gatos o los que se sienten identificados con los perros. Yo estoy seguro de que Nuna serían totalmente gatunos. Despreciarían la obviedad y transparencia del perro, en favor de la ambigüedad e insumisión del felino doméstico.

 Tal como deja entrever el título de su debut, la banda barcelonesa se siente como gato panza arriba en terrenos pantanosos. Haciendo uso de sonoridades difíciles de etiquetar, si algo queda claro es que ni la etiqueta, ni la moda, es lo que más le preocupa al cuarteto. ‘Orejas de gato’ no ha sido pensado para gente que quiera seguir la última tendencia o marcar pose en círculos snob. El disco ha sido concebido con la sincera intención de hacer abiertamente música por y para el oyente desacomplejado.

 Las 12 canciones que conforman ‘Orejas de gato’ beben de estilos tan dispares como el blues, el bolero o el trip-hop y entroncan con la personalidad lírica, casi gótica, que otorga el timbre vocal de Raquel Bonilla. Como cara y ojos de la banda, Raquel dota de una personalidad inequívoca al sonido, aunque ciertamente, hay mucho más que una voz singular y un repertorio ecléctico detrás de Nuna. La armonía de la guitarra de Jesús Luna proporciona un sonido intenso y omnipresente, sin abusar de los recursos guitarreros que tan mal acostumbrados estamos a escuchar. La variedad de recursos que Jesús tan bien dosifica en su parcela, se ven perfectamente secundados por el contrabajo de Marcos Luna, dotando de un peso y calidez necesario para que la maquinaria musical de Nuna permanezca bien engranada.

 El cuarteto alcanza sus momentos de mayor lucidez, cuando se aproxima a un sonido tan denso que parece que se pueda cortar con un cuchillo. Canciones a medio tiempo, cercanas a ritmos trip-hop, nos traen a la cabeza bandas como Massive Attack, pero con un sonido más orgánico y sobretodo con una idiosincrasia claramente blusera. Y es que el sonido limpio y armónico no deja de estar presente en todos y cada uno de los temas del disco, regalándonos también notables arreglos, que acaban de redondear el sonido de ‘Orejas de Gato’.

 Así que, para los amantes de los gatos, recomiendo prestar mucha atención a esta banda, que cuando menos promete valentía y buen gusto. Y a los que como yo, son alérgicos a estos animalillos, les recomiendo que se pongan unos guantes de cuero, se tomen un buen antiestamínico y se dejen llevar por el universo atmosférico e hipnótico que nos ofrece Nuna.

 Texto: Alex Pérez Medina

PRATS: UN DEBUT ELEGANT

Prats: “Pla B” (BCore 2012)

[xrr rating=8/10]

Contextualitzem: Prats el formen Marc Prats (veu, teclats i guitarra acústica), Lluís Cots (bateria) i en Pep Masiques (baix) com a base del grup. Els tres havien estat membres de Madee. Aquest motiu, entre d’altres, feia que tingues moltes ganes d’escoltar-ne el debut. Moltes ganes, perquè el simple record de tornar a escoltar la base rítmica dels Madee em feia pensar en temps passats molt bons. Però no sonen a Madee…

Prats sonen a Prats. Tòpic entre els tòpics, però que certament és real. Això sí, amb punts a Mishima (Dani Vega va gravar les guitarres elèctriques del disc, però no participa en els directes). Amb algun refiló a The New Raemon (en Ramon Rodríguez col·labora fent veus igual que l’Helena Miquel i la Maria Rodés). I potser li podríem trobar algun puntet d’Standstill (que no ho faci que la producció va a càrrec d’en Ricky Falkner i del mateix Lluís Cots). Doncs podem trobar tots aquests ingredients creant paisatges sonors en unes cançons que t’embolcallen amb la veu molt ben tractada d’en Marc. Històries de vampirs com la cançó que obre el disc “Sookie” la protagonista de les novel·les de The Southern Vampire Mysteries. Històries d’amor com “Flamants amants” o “A flor de pell”. I històries de desamor “Fase R. E. M.”. En resum, històries quotidianes vestides elegantment per una poètica sencilla i propera.

I menció especial per les lletres, totes escrites per en Marc excepte la preciosa “Petita i blanca” amb lletra del poeta Joan Vergés i música d’en Toti Soler, que és la primera vegada que si tira de cap i se li ha de reconèixer l’esforç i la qualitat de les mateixes. Utilitza paraules com xiuxiuejarà (a “Bèstia somrient”) o a cor obert, de bat de bat (a “Amort”) d’una manera normal, però que li donen punts de lírica agradable a l’oïda.

M’agraden les cançons. M’agrada el disc. M’agradaven molt els Madee. I m’agradaran Prats. M’agraden. I esperem, per la música, que sigui el primer de molts discs.

BONNIE “PRINCE” BILLY. ¡GRANDE!

Bonnie “Prince” Billy: “Now here’s my plan” (2012)

[xrr rating=8/10]

Will Oldham parece que ha encontrado finalmente la máscara con la que se siente cómodo, porque Bonnie “Prince” Billy es el alias con que el músico originario de Kentucky está creciendo y desarrollándose. Atrás quedaron Palace, Palace Music, Palace Brothers, Palace Songs; hasta el propio nombre de Will Oldham fue utilizado y descartado como etiqueta bajo la que publicar sus discos. Pero todo suma. Del heterodoxo y transgresor songwriter alternativo que jugueteaba con el neocountry hasta este artista maduro y consciente de sus posibilidades han caído más de 20 discos y una evolución hacia la sobriedad y la depuración ejemplares.

“Now here’s my plan” es un trabajo de autoversiones. Bonnie “Prince” Billy mira hacia su propio pasado (no es la primera vez que lo hace) y nos regala con material viejo un espléndido EP de seis canciones. Lo que en otro músico podría levantar suspicacias, reciclar material ya grabado, en Oldham es pura delicia. Las seis temas suenan con coherencia interna, en una propuesta sonora donde la emoción se viste con ropas sencillas y cotidianas. Él canta mejor que nunca y los duetos vocales con Emmet Kelly son sobresalientes. La banda suena con empaque cuando la ocasión lo requiere pero la apuesta es clara por el medio tiempo. Unas gotas de honky-tonk, mucho de country impuro, algo del Dylan menos “exótico” de Desire… Pero, al fin y al cabo, solo Bonnie “Prince” Billy, su música y sus historias de amor, culpa y redención.

Will Oldham está ya en la posición del que se sabe autosuficiente; del que puede manejar un sonido que, bebiendo del country y la americana, suena como si lo estuviera recreando en cada disco. Bonnie “Prince” Billy trabaja con mimbres trillados y mil y una veces reutilizados pero sabe darles una forma absolutamente única y reconocible. Poco importa lo que diga la crítica y lo que marquen las cifras de ventas de discos o de asistencia a conciertos porque es pura antología viviente de la música popular norteamericana. Si ese es su plan, ya está hecho.

JENS LEKMAN: ¿POR QUÉ NO?

Jens Lekman: “I know what love isn’t” (2012)

[xrr rating=6.5/10]

 

Desde los países nórdicos nos llega ya desde hace tiempo un pop de factura clásica, exquisito, a veces falto de brío y de emoción pero formalmente irreprochable. Lekman se inscribe en esas coordenadas para bien y para mal. Y es que hasta el sentimentalismo se puede ver mediatizado por el frío de Suecia y debe ser difícil sobreponerse a las condiciones ambientales que han moldeado tu formación como persona, casi tanto como escribir una critica de un artista escandinavo y resistirse a usar este tópico…

 “I know what love isn’t” es el tercer álbum del sueco: diez canciones sobre las que planean la sombra de una ruptura sentimental aunque no llega a convertirse en un disco monográfico sobre el tema (¡gracias a Dios!) y se mueve bien entre lo sugerido y lo exhibido, entre la anécdota personal y la despersonalización del arte en la que todos/as nos podemos sentir reflejados.

 Musicalmente, Lekman se sitúa en un pop clásico de regusto ochentero: coros femeninos, arreglos de cuerda, fantástica voz de crooner, producción cristalina, piano cuando lo requiere la ocasión, sonido mainstream (Lekman es un músico indie en el sentido original de la etiqueta: por publicar en un sello independiente de Indiana, Secretly Canadian); salvando las distancias no está muy lejos de la revisión que hacia Destroyer de los new romantics en su disco Kaputt (con mucho más mordiente Dan Bejar que Jens Lekman, que quede claro).

Pero bueno, se le interroga al que hace de crítico, ¿me lo bajo o no? Pues sí, ¿por qué no? Si buscamos el acontecimiento único e irrepetible en la música, la aparición de uno de esos grandes grupos que hacen que se mueva la tierra bajo nuestros pies, nos vamos a aburrir mucho, así que, ¿por qué no escuchar a Jens Lekman? Además, nuestro cantante tiene madera de gran músico y temas solventes, solo le falta tiempo y encontrar su propia voz porque, para quien no lo sepa, tres discos no hacen una carrera, apenas un comienzo.

LOS PUNSETES: DIVERTIMENTO SERIO

Los Punsetes: “Una montaña es una montaña” (2012)

[xrr rating=7.2/10]

Son divertidas las polémicas que desatan Los Punsetes entre crítica y público. Insultos, ristras de comentarios radicales, “lo mejor del pop nacional”, “mediocres”, muestras de estupefacción, de incomprensión… El debate tiene su interés aunque más por lo que dice de la banda madrileña (y creo que la pelea viene dada por lo que dicen o, mejor, no dicen, sus letras que por su propuesta estrictamente musical) que por lo trascendental de las posiciones enfrentadas que, en síntesis, representan un purismo muy pagado de si mismo y el fenómeno fan en clave indie, que también existe, sí señor.

Como solo el tiempo es capaz de darnos la perspectiva adecuada para valorar la importancia o la significación real de un grupo y como no acabo de confiar demasiado en las dotes adivinatorias de Sandro Rey (“y tanto, faltaría más, el 55,015”), habrá que tomar partido aquí y ahora: a mi Los Punsetes me encantan. Más allá de intentar determinar si han nacido para redimir la escena indie estatal o tratan de tomarnos el pelo, me parece que tienen un sonido propio y un universo temático, en unas letras aparentemente sencillas, que se nutre a partes iguales de pesimismo, estoicismo y humor negro.

“Una montaña es una montaña” es un disco más robusto, más compacto que LP2 (2010). Quizás tenga mucho que ver en ello el cambio de productor: El Guincho sustituye a David Rodríguez, ex-Beef, y esto se traduce en una ganancia de homogeneidad y en una mayor concentración estilística. Las guitarras suenan aceradas, vertiginosas (‘John Cage’ es un buen ejemplo de ese exquisito gusto de Los Punsetes por las guitarras y sirve como muestra, en serio o cachondeándose. de su prédica de la renuncia al deseo como actitud vital), destacando por encima de la voz de Ariadna y el efecto que crean, en general, es seco, cortante, acentuando la filiación siniestro-punk de las canciones de Los Punsetes, como en ‘Los glaciares’. Pero es un error destacar tal o cual tema por encima del resto porque en este disco, como en ninguno de los dos anteriores, lo que prima es la unidad y la coherencia.

Se puede leer por ahí que este es un álbum de madurez. No estoy muy seguro de que la propuesta de Los Punsetes no estuviera “madura” desde el minuto cero y que ahora solo estén acentuando o cambiando el orden de los elementos que siempre han estado ahí. En disponer de una personalidad claramente definida y cerrada reside su mayor logro y su mayor riesgo. Pero ahora, para l’Ampli está claro: compren, son caballo ganador.

THE WALKMEN: SI NO LOS AMAS YA, LO HARÁS

The Walkmen “Heaven”(2012)

[xrr rating=8.2/10]

La verdad es que una vez te dicen “tú vas a hacer la crítica del nuevo disco de The Walkmen” te animas. Entonces lo escuchas y comienzas a tener un problema: el disco es muy bueno, pero realmente hay que ponérselo y vivirlo para poder entender la sensación de placidez que transmite. O sea, difícil tarea.

Todo el álbum se puede describir como “soleado” o “luminoso” y comenzar a decir que los tipos al fin son felices a pesar de lo problemas y demás. Pero, de verdad, todo se queda corto ante lo que transmite el disco. Comienza con una guitarra acústica en la creciente “We can´t be beat” y eso ya es un cambio. Ya dejaron la electricidad descarnada a las alturas de You &Me (2008) pero a tanto no llegaban. Continúan con un sonido clásico y bastante claro, pero con más brío que en el anterior Lisbon (2010). Y esta dinámica genera, por ejemplo, tres canciones para no olvidar: “Love is luck”, la tremenda “Heartbreaker” con ese intermedio fantástico, y, especialmente, una canción que tranquilamente puede ser uno de los singles del año, “Heaven”. Por en medio nos encontramos con canciones escritas para la hija del cantante de la banda, Hamilton Leithauser, “Song for Leigh” o “The witch” con ese órgano que amplía la canción, la épica de “Nightingales”, y la energía de “The love you love”. Todo ello para llevarnos al relajado final de “No one ever sleeps” y “Dreamboat”.

En el disco están los Walkmen de siempre, pero son otros. No parecen tristes ni cabreados. Los chicos de Leithauser (que voz tiene este hombre, de verdad) están contentos, son padres, disfrutan con lo que hacen y nosotros sólo podemos agradecerles que su tendencia al clasicismo esté dando frutos cada vez mejores. Porque si haces algo muy bien no hace falta que te dediques a inventar. Y, en parte, eso también es madurar ¿no?

Bueno, la crítica está casi acabada y a pesar de las descripciones que se hagan o se insinúen o las imágenes que el modesto escriba trate de avocar, este es un disco que hay que escuchar, que hay que vivir, y disfrutar de la sonrisa que te pone en la cara.

Texto: Víctor M. Paredes