jazz

Andrea Motis. Un diamante por pulir

Muchos son los jóvenes talentos que han emergido en innumerables ocasiones dentro del panorama musical. Michael Jackson, Mozart, incluso Joselito han sido personas que a temprana edad han mostrado un talento innato para la música, y han llamado la atención mediática con mejor o peor fortuna. Para suerte de todos nosotros, el jazz es una música que no entiende de edades. Su atemporalidad permite que un veterano músico pueda compartir escenario con algún talento emergente. Y este era el caso, la joven Andrea Motis, custodiada por músicos de solera de la escena catalana, se disponía a hacer frente a un concierto en una de las salas de más prestigio jazzístico de la Ciudad Condal: el Jamboree.

 Puntual y en una sala llena hasta la bandera, Andrea irrumpió de forma tímida con la inocente sonrisa de una adolescente. El contrabajista – y mentor de Motis- Joan Chamorro, muy bien acompañado por una banda de músicos veteranos de guerra, dejaba claro cual iba a ser la tónica interpretativa de todo el concierto. La mayoría de los temas formaban parte del catálogo de una de las grandes, Billie Holiday. Así fue, y sin complejos, Andrea desempolvó la sordina de su trompeta para armonizar unas notas junto al sólido saxo de Víctor de Diego, y mostrarnos sus dotes como instrumentista.

 Con un timbre vocal que indudablemente recuerda a la vocalista sueca Lisa Ekdahl, catalogaría su voz como uno de esos sonidos que tienen sabor a vinilo. Supongo que es lo que marca una diferencia con otros artistas del género, junto con el factor sorpresa de su juventud. Y talento no es que le falte a la chica, para nada. A sus 16 añitos, se desenvuelve con la trompeta de forma bastante notable dentro del arte de la improvisación. Y es ahí, en el binomio vocalista-instrumentista donde puede hacer más daño si sigue desarrollando y trabajando una técnica, que creo que aún está lejos de todo el potencial que puede ofrecer con el paso de los años. Quizás sea el momento que pase de Billie Holiday a Chet Baker y siga el camino musical – que no personal-  del genio de Oklahoma.

 Sobre la hora escasa del primer pase de la noche, podría quedarme con muchas cosas, pero sobretodo me sorprendió el brillante y dulce sonido de la guitarra de Josep Traver, que en muchos momentos nos mostraba pasajes muy cercanos a las sonoridades de Wes Montgomery, todo un descubrimiento colateral. Y que no decir del firme pulso del incombustible Esteve Pi, que como siempre, trabajó detrás de su batería para que, como los mejores anfitriones, no faltase de nada al resto de participes de la velada.

 En sí fue un set muy conservador, sin tomar muchos riesgos. Temas estándares de toda la vida, interpretados de forma clásica y que sinceramente, si no fuera por la indudable calidad de los músicos, me sonarían a combo de escuela. Supongo que es cierto que Andrea es un músico aún en formación y está descubriendo el universo musical, pero sería bonito que en un futuro buscase un poco más los límites de un estilo como el jazz, que en sí es ilimitado. Pero bueno, quizás se trate solo de envidia, ya que ella tiene toda la vida por delante para comprobarlo… así que buena suerte y bienvenida, pequeña gran músico.

 Texto: Alex Pérez

Fotos: Tatiana Moret

Villancicos a ritmo de swing

Randy Greer & Ignasi Terraza Trio.

Varios son los homenajes musicales que se han hecho a la canción navideña desde la óptica del swing. Músicos tan dispares como Brian Setzer o Frank Sinatra ya han degustado las mieles de un buen villancico interpretado en clave de este subestilo del jazz tan bailable.  Quizás por este motivo, resulte un ejercicio interesante ver como músicos de la casa o aquí  afincados son capaces de llevar a cabo un repertorio clásico de canciones que todos tenemos grabadas a fuego en lo más profundo de nuestras memorias.

Bajo el liderazgo del excelente pianista barcelonés Ignasi Terraza, un cuarteto a piano, voz, batería y contrabajo se encomendó la ardua tarea de hacernos viajar por este idílico mundo navideño -más propio de una película de Disney- pero sin el apoyo de una Big Band, que suele dar una mayor musicalidad a este tipo de composiciones.

Y como buen “noi de la terra” que es, Ignasi se negó a ofrecer solo un repertorio repleto de composiciones anglosajonas, abriendo el concierto con ‘El cant dels ocells’, aludiendo a nuestro ilustre Pau Casals pero pasado por el filtro jazzístico.  Y fue a partir de este momento, con la incorporación a la voz de el verdadero alma de la banda, el vocalista Randy Greer, cuando el recital cogió una dirección mucho más anglo-navideña.

Con su americana verde, y sus zapatillas deportivas Puma, la voz aterciopelada de este vocalista de San Francisco afincado en Barcelona nos hizo sobrevolar imaginariamente la ciudad de l’ Hospitalet en el trineo de Santa. Interpretó clásicos como el ‘Let it snow’ o el ‘Jingle Bells’ y haciendo especial hincapié en varias composiciones del maestro tejano Charles Brown. Dotado con un timbre vocal que indudablemente recuerda a Nat King Cole, Randy hizo suyas cada una de las canciones que interpretaba imprimiéndoles del alma y la calidez que normalmente en este contexto solo los cantantes afroamericanos saben dar. La comunión entre él y el resto de músicos de la banda fue impecable, y las improvisaciones a piano de Ignasi -en muchas ocasiones recurrió a recursos estilísticos con un toque muy “blues”- , crearon como resultado un recital apto para todos los públicos.

Es de agradecer que estos músicos con una capacidad técnica tan alta no abusaran del virtuosismo gratuito que en ocasiones tanto aburre, y se notó su preocupación por el resultado global, más que por el lucimiento individual y personal.  Quizás por ese motivo experimenté los sentimientos de bonanza, felicidad e inocencia que este tipo de composiciones religiosas suelen querer trasmitir. Incluso me entraron ganas de comprarme un pavo y degollarlo en la cocina, en vez de comer los canelones que cada año, y con la mejor de sus intenciones, prepara mi madre…

Texto: Alex Pérez

Fotos: Tatiana Moret