agost 2013

THE FALL: ESPERANDO AL RESURGIMIENTO (AÚN)

[xrr rating=5.7/10]

“Re-Mit” (2013)

Tendremos que empezar diciendo que, a pesar de los últimos patinazos del grupo, léase “Ersatz G.B.”, el que escribe sigue teniendo fe en que The Fall aún pueden volver a presentar discos realmente como aquellos ya lejanos “Levitate” o “The Marshall suite” de finales de los 90. Parece que este nuevo siglo no les está sentando tan bien, aunque hay excepciones, como “Reformation Post T.L.C.”. Pero, la verdad, es que este “Re-Mit” no va a ser el que nos devuelve a la mejor versión de la banda.

De inicio tenemos un instrumental rockabilly que nos anima con un buen inicio, de ahí pasamos al himno cervecero de “Sir William Wray” que continúa en una línea positiva. Pero de ahí llegamos a ese tipo de temas espesos y poco apetecibles en los que tiende a perderse el grupo en los últimos tiempos: “Kinder of spine”. Y de ahí sigue una amalgama de canciones aburridas, junto con los juegos sonoros marca de la casa, mediante diferentes grabaciones y los exabruptos vocales de Mark E. Smith.

La segunda parte del disco se inicia con un tema que vuelve con la rutina rockabilly que se ha instalado en esta última formación de The Fall y que ya va por su tercer disco, lo cual para un combo como este ya es mucho. Lo que sucede es que dentro de los miles de discos de The Fall esta no es la alineación que mejor acompaña y arropa al señor Smith. A pesar de ello, parece que a este último se le ve en forma y con ganas de seguir haciendo discos. Señal de ello es lo en forma que se le ve en unas de las mejores canciones del álbum: “Victrola Time”, una especie de techno-rock con grititos en falsete provenientes del incansable Smith, y “Jetplane”. Además, se acuerda del señor James Murphy en “Irish”, y no precisamente de forma positiva.

A pesar de la respuesta pauloviana de goce que nos provoca a los fans de The Fall la voz de Smith, no se puede negar que no es ni su trabajo más inspirado ni que se abusa del tópico rockabilly de los últimos años. Ojala que sigan la línea de la última canción “Loadstones” más guiada por el teclado de Eleni Poulou y con mayor interés sonoro que la mitad del álbum.

Si se han fijado, casi se puede decir que de unas 12 canciones se destacan 4. Así uno no puede seguir siendo fan incondicional. Lo mejor de todo es que se diga lo que se diga, a Mark E. Smith no le importa lo que piense y a mi tampoco lo que él piense de esta crítica. Eso es The Fall.

 Texto: Víctor M. Paredes

VAMPIRE WEEKEND: CONSOLIDÁNDOSE ENTRE LOS GRANDES

[xrr rating=9/10]

“Modern vampires of the city” (2013)

Y llegó el tercer disco de Vampire Weekend y ya se puede decir: estos tipo son grandes. Por fin, se acaban de sacudir la etiqueta de chavales pijos de New York para convertirse en el grupo de referencia que se adivinaba desde su primer álbum, hace sólo 5 años. Quizás se puede echar de menos su querencia hacia los ritmos saltarines, pero han ganado en profundidad emocional.

Una de las claves del disco, seguramente sea la mayor coordinación entre los dos supuestos líderes del grupo, Ezra Koenig y Rostam Batmanglij (el gurú del sonido). Te podrán gustar más o menos, ya que siempre ha habido división respecto al grupo, pero hay que reconocer que sus composiciones son fuera de lo común. Pero, como decíamos, la coordinación entre Koenig y Batmanglij se percibe en el ajuste asombroso entre música y voz a lo largo del disco, incluso convirtiendo la segunda en un instrumento más, modificándola o a través de la inclusión en el fondo sonoro de unos coros femeninos a lo largo del disco y que dan casi la sensación de una misa clásica. Y esto de misa ¿Quiere decir que se han vuelto unos pesados pretenciosos? Pues no, resulta que equilibran cierto clasicismo con los temas más rápidos y bailables de otras ocasiones, pero con un enfoque diferente tanto en el sonido como en la producción y una preocupación hacia otros temas, como puede ser la muerte y el paso del tiempo.

Nos ofrecen temas que tienen un tempo habitual en ellos y que nos dan una versión diferente sobre cómo pueden hacer sus propias canciones, como pueden ser “Unbelievers” o la ecelerada “Diane Young”. Pero mezclan estos temas con otros más lentos, oscuros, como pueden ser una de las cimas del disco: “Hudson”. Por en medio, nos ofrecen melodías como la de “Everlasting arms”, los toques de sampler de “Obvious bicycle”, “Don´t lie” o “Step”. Y todo acaba con el clasicismo de “Young lion”.

Este es un disco que crece con las escuchas, que nos permite ver la cantidad de recursos que tienen: clavicémbalo, piano, sampler, arreglos de cuerda, coros, y demás (por cierto, que las guitarras quedan cada vez más arrinconadas). Sólo nos queda, tras maravillarnos de su evolución, disfrutar de las melodías, ritmos y demás de este álbum. Porque ellos ya han hecho su parte, ahora nos toca a nosotros el reconocerles el trabajo, el esfuerzo, y el resultado de su actual evolución hacia una voz definitivamente propia.

Texto: Víctor M. Paredes